“La Perla almeriense”

Opinión - Salva Moya

No soy un experto en flamenco, ni siquiera un gran aficionado, pido disculpas si algún purista se ofende por el atrevimiento de esta crítica. De espectáculo entiendo y la actuación de Maribel Ramos en Guardias Viejas, dentro del ciclo de conciertos del Área de Cultura del Ayuntamiento de El Ejido, fue precisamente eso, puro espectáculo. En un marco incomparable, un paraje ideal para una noche de flamenco del bueno. Acostumbrado a conciertos veraniegos de otra índole, acudí algo desorientado sin saber muy bien lo que me iba a encontrar. Al subir la colina y visualizar la enorme cola de coches, primera sorpresa; gente en la puerta sin entrada, escaleras y torreones repletos hasta la bandera y un castillo sitiado por un público impaciente. Y llega la hora bruja, se abre el telón y La Zambra a escena. El espectador pasó del silencio respetuoso a los piropos y crujir de sus palmas ovacionando a la bailaora. Ni una brizna de viento, a orillas del Mediterráneo brillaba una luz, el sonido de Maribel Ramos. Ella sí es profeta en su tierra, lo vieron mis ojos, pasan los días y no se me va la imagen del castillo abarrotado puesto en pié. Premios y éxitos internacionales avalan a esta triunfadora. Su puesta en escena me pareció antológica, un quiño teatral a Carmencita Daucet, como ella, bailaora almeriense afincada en Sevilla. La Zambra rescata a este histórico personaje con esta obra original “de no llegar a tiempo” que pasea por escenarios en los cinco continentes. “La Perla sevillana” fue grabada por el mismísimo Thomas Alba Edison y su kinetógrafo. Y Maribel encarna el personaje con su toque personal. Al compás de la guitarra y el cante su gracia andaluza, su salero, cautivó hasta a los profanos. Con la responsabilidad de no defraudar a sus paisanos salió por la puerta grande, por la muralla más alta. Conmigo ha ganado a un nuevo aficionado a la danza flamenca, sus giros, taconeo, pose, su arte y su Duende sobre las tablas me atrapó. Me cuentan que comenzó a la edad de siete años en la Rondalla de El Ejido y continuó en el Conservatorio de Almería. Y poco a poco tuvo que dejar su tierra natal para profesionalizarse artísticamente estudiando con los mejores pero la técnica, como en el fútbol, se perfecciona, se pule pero ese Duende es innato y su ángel no es sólo el futbolista. ¡Bravo!

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