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Los que han aprendido la política a fuerza de aquí-mando-yo, ahora van a enterarse bien de lo que vale un peine, porque desde el mes que viene ya todo no será igual, y cuando a uno le mueven el sillón que parecía había nacido con él, no sabemos cómo reaccionará, aun sabiendo él lo que se le avecinaba, ya que hora sí que viene el cambio de verdad, no el cambio anunciado desde otras legislaturas y corporaciones y que nunca venía, todo seguía igual, entre otras cosas porque no había otra cera que pudiera arder. Ya habrá pasado a la historia, afortunadamente, esa era de la que muchos empiezan a decir la etapa del ’78.
Y qué viene empujando. Viene gente cabreada, sobre todo cabreada –no olvidar aquello que se llamó ‘los indignados’, el 15-M’ y el ‘sí se puede’-, gente que cree que los de antes se van a ir así por las buenas, gente que ha creído que la política es un quehacer democrático y filantrópico, gente, en definitiva, ilusa, pero con mala leche o, mejor, leche incontrolada. A esos Mariano les tiene miedo y los ve como a hijos desagradecidos (gracias a gente como nosotros, dice él, habéis podido estudiar… y ahora venís exigiendo), mientras que los fachas de toda la vida, tipo Hernando, los ven como niños pijos que no tienen otra cosa mejor que hacer.
Pero también otros que empujan son los neoliberales que claman con el nombre ‘ciudadano’, como si ser ciudadano tuviera todavía rememoraciones ilustradas. Hoy ser ciudadano no es gran cosa, todos nos consideramos así y también comprobamos cómo cada vez tenemos menos derechos de esos. Sin embargo estos creen que pueden dar a la derecha un plebiscito light, una especie de salvoconducto que haga borrón y cuenta nueva mirando al pasado; aquí encontraremos de todo: desde aventureros a los típicos despistados, y les darán por todas partes, sencillamente porque se han puesto en medio a dirigir el tráfico.
Adiós al PSOE que seguirá los pasos de los partidos socialistas (con perdón) de Francia, Italia y Grecia. Su compadre de fatigas, el PP, estará dando bandazos sin saber cómo meterle mano a esa realidad política nueva que ha posibilitado su harakiri.
Tres con los que saques, compañero.
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