SARCASMO GALLEGO

Da la impresión que en las palabras de Rajoy cuando justifica la imposición de la medalla al mérito en el trabajo, aprovechando el Día Internacional del Trabajo precisamente, y así lo dice, se deja caer una cierta guasa burlona, a manera de parodia, que para nada agradó mi sensibilidad, tanto en cuanto, evocaba aquéllas que el franquismo otorgaba al trabajador sumiso y agradecido, donde no hay carácter reivindicativo alguno, menos desde un presidente de gobierno de derechas y, por tanto, nada que ver con la conmemoración, que desde 1889, la clase obrera de todo el mundo hace enaltecer el trabajo.

Lo de Rajoy, junto a la inefable Fátima Báñez, fue una temeridad, un insulto dirigido a la clase trabajadora, a los trabajadores españoles, que a esa hora se manifestaban por todo el país, gente parada o empobrecida, gente indignada y ninguneada por ley de relación laboral. La farsa estuvo montada a costa del tenista millonario Rafa Nadal que recibió la medalla a la que sólo le faltaba la mordida para ver si era buena, y así completar el tópico y el folklore con el que estos señores banalizan todo lo que no les interesa. Las televisiones dieron cuenta de todo ello como algo que venía al caso: vivir para ver, nunca mejor dicho.

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