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Susana Díaz
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Susana Díaz no es de fiar, la mayoría de los parlamentarios andaluces no le dan la confianza para que forme gobierno porque no se fían de ella y de todo lo que dice (primero son las palabras, después vienen los hechos decía su mentor, el remolón de González; pues bien, primero las palabras, y ahí ya no es de fiar: ante todo porque se ha puesto a Andalucía por montera y habla como si Andalucía y ella fueran la misma cosa, hipostasiando un accidente geográfico-administrativo a categoría de entelequia, como los curas que creen que la realidad está hecha a medida de sus deseos). Una farsante, eso es esta mujer, porque ha convertido la política en una farsa, en una trama para engañar.
Primero traiciona y engaña a los que necesitaba para tener el poder, e IU salió del gobierno porque unilateralmente esta señora rompió el pacto, entre otras cosas, porque no asumía todos los puntos programáticos y se agarró a un hierro ardiendo para salir escopeteada llevándonos a todos los andaluces al borde del precipicio cuando, de manera personal, decide adelantar las elecciones y nos mete a todos en un berenjenal del que difícilmente se va a poder salir.
Después escuda su matriarcado en una especie de victimismo, y hace de todo el proceso parlamentario una telenovela andaluza en la que ella es la protagonista y sufre y se encara con los demás partidos acusándolos de insolidarios, poniendo a Andalucía por testigo, como si de una conjura se tratara, todo ello al más viejo estilo televisivo con el que se marcó a esta tierra, esto es, con el sevillanismo chabacano.
Y ahora, se desespera y amenaza con repetir las elecciones, algo que está previsto, pero no piensa que ella en el Parlamento andaluz es minoría, su partido no ha tenido la confianza en las urnas que le hubiera permitido formar gobierno a su manera. Y digo esto porque si quiere gobernar tendrá que hacerlo con la manera de otros, dado que no puede olvidar que la mayoría de los andaluces no se fían.
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