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Las campañas electorales, se sabe de siempre, se centran en las televisiones. En ningún momento adquieren mayor protagonismo e influencia las teles ni siquiera cuando los partidos de futbol; (ahora, los políticos, van a los programas deportivos radiofónicos) que cuando acogen a candidatos y debates, o cuando emiten especiales electorales en las próximas e inminentes elecciones generales: El valor de una imagen.
La economía, la gran apuesta de Mariano Rajoy para el 20-D, ha sido desplazada de la agenda electoral. Es sustituida por el desafío antidemocrático catalán y la eclosión de la amenaza yihadista Los atentados de París que ha puesto al Estado francés en situación de Emergencia y que vive una situación de guerra y en las calles de Bruselas el pánico: el miedo se ha instalado que hace que se facilite el recorte de libertades en las sociedades europeas.
Dejando a la deriva la introducción, de la “amenaza iluminada” uno tiene la sacudida diaria de vivir muchas guerras. De estar en muchas batallas sin empuñar armas. Quizá sea la confrontación conmigo mismo de no entender de qué parte estaba el enemigo. Esas cruzadas sociales donde el supuesto enemigo igual defendían lo mismo que yo. Cuando pasas, con inquietante frecuencia del desconsuelo al desconcierto. Unos saltando barreras y otros cerrando fronteras.
A veces, tengo la sensación de estar al final de algo. Quizá sea el yo mismo. Pienso que esta civilización a que la llamamos con cierto énfasis de orgullo Contemporánea. Que ha dejado atrás la Piedra y el Bronce y acogerse a la Moderna, se encharca, se hunde. Habría que inventarse un nombre para una nueva civilización en que no hubiera tanta incertidumbre. Tanta agitación ajena a la hora de exponer nuestras ideas. Esas ideas que a veces parecen que estás pisando el terreno del otro o parcela de nadie.
Todos estamos abocados a tener cierta comodidad en nuestras vidas bien aderezada por la rutina diaria que no implique sobresaltos pero cuando algo se agita en nuestro interior, nos entra la desazón y la angustia. Cuando la miseria de nuestra gente se hace incomoda, ya siembra de alarma nuestras fibras, sacude nuestras conciencias, y ese detalle es lo único que hace que nuestra civilización no encuentre el nombre apropiado debido a que la comodidad de nuestra siesta que unas veces aparece placentera y otras que almacena tragedia en nuestro subconsciente. Esas mentes que si tienen nombre para un virus al que han llamado miseria y que no hay formula o métodos para encontrar un antídoto. Miseria no creada por un laboratorio sino por gentes que se aúnan en un proyecto jerárquico y gregarios dispuestos a secundar sus directrices. Aquellos que sin ningún pudor, desarman a la población con canticos paradisiacos.
Profetas del bienestar que cambian sin ningún rubor los mensajes a conveniencia. Que miran siempre en dirección del provecho propio. Al soberbio y prepotente que se cree dueño de vidas y haciendas. Estos que se creen dueños de poltronas y dan la vida para no apearse de esos tronos. Todos ellos, han contribuido a que abandonada la Edad Moderna y acometer la actual, no se ponen de acuerdo en buscarle un nombre, aunque si están muy preparados para aprovechar la tecnología visual para lanzar propuestas de bienestar que no han sabido acometer cuando a su alrededor, solo observaban la miseria creada por ellos mismos.
Los que han reducido los recursos destinado a la protección e inversión social así como los derechos en el accesos a servicios y prestaciones. Los que iniciaron un proceso para privatizar los servicios públicos. Los que han pasado de las becas de sapiencias para adquirir conocimiento y han optado por las becas de comedores colectivos.
Campaña Electoral y nuevos mensaje ofreciendo paraísos ficticios conscientes de que dichos edenes ya lo han dejado, en su legislatura, hasta sin palmeras. Ahora se presentan ante nosotros con el disfraz de exponer maravillas a los indecisos a los que creen incrédulos. Defenestran opciones moderna y creíbles de cambio insistiendo/amenazando en que es mejor la resignación y el conformismo que acometer aventuras de nuevas mentes que nos conduciría a la desdicha tanto económica como social.
Hay una formula inequívoca para desterrar ese bicho llamado miseria. Hay un producto eficaz y respetable por sus años de experiencia llamado condición humana. Un género elaborado y efectivo que impide que los marginados se pasen la vida dando tumbos y los parias conozcan su destino. Un elaborado plan para que todo gobernante sea destituido de su cargo cuando rebase el cupo de mentiras e incompetencias que la población ya no permite.
Manufacturar al corrupto y desterrarlo dejando sus tesoros en el lugar donde acumulo su fortuna. Un preparado bien confeccionado para que la desigualdad sea proscrita de nuestras vidas. Que la Televisión no influya en nuestras vidas ni en nuestro voto. Solo así, encontraremos un nombre para nuestra civilización y no nos pase como al Himno Nacional. ¡Que no hay forma de encontrarle letras…!
Juan Marcelo
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