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El asesor, es un profesional muy demandado en las sociedades modernas. Los hay de imagen, de finanzas, jurídicos, de gestión empresarial... Cada uno aporta unos conocimientos específicos, muy especializados en una materia determinada.
Desde mi punto de vista, hay dos tipos de asesoramiento: el normal y el estratégico. La diferencia entre ambos, es que el estratégico va más allá de lo tangible, de lo perceptible en la inmediatez de lo que acontece.
Todos podemos hacer un asesoramiento normal en el ámbito de las organizaciones; pero desde el pragmatismo cotidiano, y la percepción de la organización informal debemos asesorar estratégicamente uniendo conocimientos socio-económicos y socio-laborales.
Para mí, el asesoramiento normal, no es diferenciador. El futuro, como muy bien sabemos, son los productos y servicios de calidad. Deberíamos avanzar hacia la excelencia profesional, para poder asesorar y transmitir a los clientes: CALIDAD PROFESIONAL.
¡Qué rentable es estar bien asesorado! La relación asesor-cliente, es una relación especial donde la confianza mutua es el nexo que une ambas partes. Un buen asesor es, desde mi punto de vista, todo profesional que con vocación de servicio, se entrega, en cuerpo y alma, para mejorar y mantener el rendimiento (cuantitativo y cualitativo) del cliente. Un excelente profesional asesora ESTRATÉGICAMENTE, sabiendo que las batallas que pueda perder su cliente, en la inmediatez de las circunstancias, no obstaculizarán ganar la gran batalla.
El asesoramiento estratégico, es transparente, íntegro, subido en el tren del futuro por llegar; nace de la intuición y de la creatividad natural del auténtico ASESOR.
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