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El chantaje de la ultraderecha Vox sobre el Pin Neandertal, es el postre que comentan familias después de una copiosa o escasa comida. En la barra de un bar…, en una sauna o desayunando Nocilla, ahora sin aceite de palma lo que lleva a pensar que comían antes. Pensativo a la hora de evacuar nuestras impurezas en la taza de un wáter fortalecido por un excéntrico pensamiento de cómo seres de ínfima condición con voz y voto, puedan están presentes en un Congreso democrático. Empezaron en Murcia para lanzar al “mercado” su apoyo a los gobiernos regionales a cambio que se imparte el “pin parental” caso curioso de quienes su procedencia son las cavernas y que indica que la educación sea primordial e impartida por machos de pelos en pecho.
Acciono mi punto de vista y siempre en mente que la Escuela Pública equilibra y proporciona la desigualdad y me encargo de dividirla los que son favorables o detractores limitando a los energúmenos de Vox que cada vez que abren la boca, siempre impregna y esparce el odio a la población, por lo cual, hay que denunciarlos ya que hacen de sus mentiras su programa. Son embaucadores y piratas; propagandistas Goebbels de la falsedad y de la
Información, empezando por el nazi Santiago Abascal, - cabecilla de quienes nos dejaron el odio pero se llevaron el pan - quien afirmo sin ningún tipo de rubor que el Pin Parental pretende proteger a los menores de seis años contra el adoctrinamiento en la escuela en juegos eróticos. Una desvergüenza más que añadir a su actual devenir y más cuando no se conoce ningún caso de adoctrinamiento en ninguna escuela.
En la misma línea se mostro el ultraderechista de esa caterva, el ínclito parlamentario andaluz Alejandro Hernández que hablo en el mismo tono en Centros con niños de hasta ocho años. Parece ser que alguien le pregunto sobre su alocución y dijo que recibía orden de su Partido. Que el transmitía lo que su amo de Madrid le aconsejaba. El Parlamento, aun no lo ha reprobado por mentir, engañar y manipular.
Todo esto, obedece a dejar a la altura del barro a nuestros profesionales de la educación que para Vox, son los malignos y perversos de una sociedad enferma que no piensa y actúan al igual que ellos. Lo que necesita el País es precisamente educación que no enseñe como una mujer ha quedado embaraza de una paloma. Para que nuestros niños no se dejen influenciar por credos y dogmas que va a condicionar su vida. Para desterrar de una vez la desigualdad. Educación para que asesinos machistas dejen de matar a mujeres. Mucha más educación para normalizar la diversidad sexual. Respeto a nuestros semejantes y alabar a nuestros profesores sea cual sea la asignatura que impartan y para los manipuladores y mentirosos, una purga con detergente Kiriko en la boca y se vuelvan a las cavernas de donde han salido.
Por otra parte, desde siempre, se ha gestado en mí un pánico terrible al mes de Enero. Parece ser que engloba todas las tragedias y sambenitos de los meses restantes: Me entero que un avión ha aterrizado con una rueda pinchada. Una semi-pandemia llamada Coronavirus ha hecho oscilar a la baja la Bolsa china y se han quedado hasta sin coletas. Belén Esteban ya no se depila el potorro y el criminal Javier Ortega Smith afina la puntería “por lo que pueda pasar”
Este mes de Enero, ya recibes la Tarjeta del Banco de vivos colores obviando el gris que es equivalente a ser “pillado” y esclavizado otro año. Las rebajas que indica que antes de ella, ya te cobraban un 86% más de su valor. Endesa afronta el año despidiendo al personal con cuentagotas para no crear alarma social. La marmota Phil predice un invierno corto e Inés Arrimadas vaticina su desaparición no en plazo tan largo. Agricultores talando árboles y ganaderos dejando de ordeñar vacas.
El mes de Enero, siempre, engloba todas las insatisfacciones humanas: Baraja siempre la posibilidad de que el año anterior haya sido mejor y abarca todo lo que no nos complace para el resto de los once meses. Es un guía para que nos preparemos con estoica paciencia y resignación a todo lo que nos espera, sin embargo, el señor Enero, quizás desconcertado y algo confuso este año, no imaginaba que tuviéramos un Gobierno de Izquierda que eche por tierra su vaticinio de caos o desorden en la población sino al contrario, más integro, consistente y honrado con quienes antes nos gobernaban.
Juan Marcelo
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