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Si el genial pintor holandés, Vincent Van Gogh en su cuadro de los girasoles hubiera tenido la premonición que su cuadro adquiriría mucha más relevancia en el futuro, seguro que no hubiera pintado unos cuantos girasoles sino una plantación haciendo las delicias de grandes plataformas de la alimentación.
Parece ser que la escasez de dicho líquido de debe a uno - que no pintaba nada – cuando lanzó el bulo del papel higiénico – y nos incitaba a limpiarnos el culo con un lienzo y ahora lanza el desabastecimiento de ese aceite como si fuera vital en nuestra alimentación y parece ser que ahora ya lo consideramos como imprescindible en nuestra cocina en que han doblado su precio en la última semana y no precisamente por su escasez en el stock.
Dejando momentáneamente en un rincón lo que de ominoso y un renglón mezquino que tiene esta psicosis consumista en tiempo de guerra, huelga decir que si la gente se llevara del super una botella o dos para darle consistencia al cuadro que está pintando como ha hecho siempre en función de sus necesidades y alardes pictóricas, ni escasearía ni costaría el doble.
En este mundo donde todo sube menos los salarios, recuerdo cuando había que pagar por los envases de plástico y encima, litografiado dando bombo al comercio donde has adquirido la compra motivo por la cual subió la Coca-Cola y hasta el arroz SOS como prevención y alarma a lo que vendría después que es si un producto sube su precio, los demás van en consonancia, aunque ninguno de ellos sirva para lo mismo. La pinacoteca de las grandes superficies de la alimentación es digna de visitar, aunque te cobren la litografía.
El fantasma del avituallamiento nos llega cuando aún no nos habíamos repuesto completamente de aquel que nos impelió por alguna nefasta razón a hacer acopio del rollo higiénico. Curioso de que no empezaran con la leche, siguieran con las gambas congeladas y terminaran con el girasol en ese orden que ha adquirido un desordenado equilibrio entre los que antes lo consumían y los que pasaban de largo en sus estanterías elucubrando nuevas artes pictóricas.
De súbito, esa humilde grasa extraída de la planta más rara y bella del mundo que apenas supone un tercio de la que se usa y que supone un tercio de la que se consume en nuestro País; alejando en preferencia para exponerla en cualquier pinacoteca de aldea teniendo como panorama exclusivo un olivo que parece haber sido derrotado por dicha planta con un valor tan disparatado que hasta escasea.
A este paso, habría que disponer a dicha planta no de cara al sol sino enfrente de nuestros bolsillos.
Juan Marcelo
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