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En primer lugar, el cuerpo me empuja a pedir disculpas por mi innata y genuina ignorancia. Leo por encima, sin profundizar, si el Código de Buenas Prácticas promulgado por el Gobierno es un nuevo Tratado de Urbanidad (comportamiento correcto de la sociedad al esgrimir y reivindicar salir de la precariedad o simplemente volver a educar a la población con unos procedimientos modernos donde se observe y esté presente la buena disposición hacia los demás) o en aleccionar, adiestrar, a nuestro entorno social en cortesía y civilidad; palabras de aliento y esmerada educación que con el tiempo se va perdiendo.
Modales urbanos de respeto. Corrección en el trato y franqueza en el día a día.
Releo de nuevo el citado Código y me entero a medias que no es lo que yo había pensado. Que el reseñado Código pudiera ser el desalojo de viviendas de los que, por algún motivo u otro, no han podido pagar su hipoteca y tienen que abandonar sus viviendas ante la imposibilidad de hacer frente a esa deuda. Pero eso sí, (vuelvo a mi corto entendimiento) que dicho desalojo sea educado, exquisito, amable, y que la Entidad Acreedora este presente con palabras de consuelo y pesares a los condenados.
No conforme con mi comprensión de lo expuesto, vuelvo a repasar ese Código de Buenas Prácticas y me rebelo contra mí mismo ya que me hubiera ahorrado la introducción.
Resulta que: (Caigo en el aforismo de los “culebrones” de ultramar cuando resulta que el chico no es de Gladys…Resulta que la suegra es…Resulta que el doctorcito…Resulta que ella tenía un amante…Resulta que…) el Código de Buenas Prácticas es un poco distorsionado de lo anteriormente explicado: Es un compendio de hacer más llevadero el tener que vivir debajo de un puente, pero eso sí, siempre con ayuda sicológica. Instruir al desahuciado en el correcto embalaje de sus enseres. Acondicionar a los niños para su traslado. Despedidas que no sean traumáticas sino desenfadadas y anecdóticas. Que las manifestaciones en contra de ese desalojo sean moderadas y testimonial, pero sin arengas, proclamas o expresiones groseras.
Después tenemos a que los Bancos secunden dichas prácticas que…
-. ¡¡¡Virgen del Buen Entendimiento!!! – irrumpe mi regadera alarmada, pero imprimiendo un matiz irónico - ¡No me queda más que oír! ¿Exigir a un Banco que tenga buenas prácticas?
- . No te alarmes- intento serenar- ¡Es solo una fugaz línea en el texto!
-¡Menos mal! ¡Cambiar los hábitos de un Banco sería el caos! ¡Donde iríamos a parar…!
La aprensión de mi regadera, hizo que volviera a repasar el Citado Código. (¿No hubiera sido descabellada un índice, una introducción que rezara? “Prácticas para hacer más práctica el entendimiento practico del Código de Buenas Prácticas”)
¿…? (Léase pausa mientras lo repaso)
¡Ahora sí! ¡Gracias por la espera! ¡Ya sé lo que es el Código de Buenas Prácticas! Aviso: “No voy a permitir ni vítores ni aplausos, solo comprensión” (Proclama de Fraga Iribarne mosqueado porque la gente se fijará más en su bañador que en su “gesta” en la playa de Villaricos). Ya estoy en disposición de aclarar, esclarecer y precisar a los lectores el dichoso Código.
Resumen:
¡¡¡ No me he “enterao” de “na”!!! Es más: Creo que es algo similar a lo escrito anteriormente o me imaginaba sin necesidad de haber repasado el engorroso texto expuesto en el Código. Eso sí; me faltaba el dato de que 568 familias expusieran a 278 Bancos que 112.689 puentes no eran suficientes. Que las Buenas Prácticas exigidas a dichos Bancos eran apremiantes, acuciantes, pero en las construcciones de más puentes.
JACULATORIA
Que fácil seria confeccionar un Código de Interés Público que este si seria de rápido conocimiento que plasmara el sentir y exigencias de las gentes.
Otro Código donde esas gentes confíen o se sientan amparados por las Instituciones.
Otro Código donde no se rechacen y condenen religiones razas e ideas.
Otro Código donde el sospechoso de haber nacido es por tener el corazón interesado y una conciencia volátil.
Otro Código donde la buena voluntad sea recompensada y la buena gente tenga su reconocimiento.
Un Código en donde no se obligará a la gente a desprenderse de lo que con tanto esfuerzo le ha costado mantener a lo largo de su vida.
Un Código donde “abunden más personas que gentes” (Quino-Mafalda)
Mientras, nos conformaremos con el Código del Buen Trincón. A estas alturas, es más fácil y cómodo su comprensión y entendimiento.
No se: Algo así como la creación de un Comité de Sabios trincones que de fiabilidad al referido texto. Un Manual del Buen Trincón que sirva para futuras generaciones como índice de actuación. La forma de empleo seria despojarle de toda conciencia colectiva y no hacer de su vida un paraíso privado. Firmas del prestigio trincón, plasmarían su experiencia en el dictamen e previsión. Personajes de lustre hispano del Circo Trincón, depositarían en una nueva versión del libro de Buenas Practica, los avatares y vivencias en un País desvalijado en cuya bandera nunca se pensó ponerle un galardón en memoria de los incautos.
Gentes que solo les quedan la esperanza y resolución de que, en la otra vida, si la hubiere, prometen y apalabran no ser tan confiados.
Juan Marcelo
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