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Recostado sobre el sofá de mí casa, me hallaba cavilando sobre el gran invento y avance que supuso para la humanidad la regadera. El suplicio de nuestros antepasados careciendo de Operadoras de Móviles, Bancos en cada esquina y otras cuestiones del día a día secundarios. Sonó el teléfono fijo que tengo ubicado al lado del voluminoso libro de consultas rápidas al que dedico gran devoción titulado; “Normas inéditas para no hacer el imbécil, Vol. 6”.El estridente sonido de dicho teléfono seguía esparciendo su desagradable eco por la estancia. Me levante a regañadientes maldiciendo a quien se le ocurre perturbar mis momentos más íntimos cuando estaba a punto de entrar en éxtasis recopilando los discursos de Léire Pajín. Una voz de mujer con claro y nítido acento sudamericano me aclaro el enigma:
-. ¡Buenos días, caballero! ¿Con quien tengo el gusto de hablar?
Intuí, en mis reconocidos y bien jaleados reflejos, que se trataría de una operadora de teléfonos ya que si fuera una vendedora de lavadoras, su pregunta sería, sin duda, si alguna vez he llegado a especular con la posibilidad de que Gaspar Zarría era un ligón en su juventud. Este razonamiento me hizo reflexionar y después brindar por ese innato y nada común poder intuitivo que poseía.
-. Me llamo Juan y en este momento – me sonreí ante mi postrera maniobra puesta en práctica varias veces. –estaba pensando en cambiar de operadora.
- ¡Entonces! – note cierto alborozo y júbilo en su voz – esta usted en muy buenas manos. Mi primera pregunta seria, fiel al cuestionario que tengo sobre la mesa, que si esta usted contento con su operadora pero su sincera proclama hace que obvie dicha pregunta. Le quiero comentar, caballero, los privilegios e importante merma económica que tendría usted en acogerse a nuestra Línea Joven ¿Que edad tiene usted?
-. Cincuenta y dos para los que no me conocen. Sesenta y uno para los sagaces e impertinentes indiscretos. - conteste, para segundos después levantar mi voz y exclamar serio y digno – ¡Pero eso si; recién cumplidos! ¡No vaya a pensar que…!
-. Muy bien, caballero. Para ello, en consonancia con su edad, contamos con nuestra Línea de Seniles Decrépitos que se puede ajustar a sus deseos y exigencia. Como puede observar, pensamos en todo. Nuestro ultimo producto, Línea de la Desesperación, ya cuenta con casi cinco millones de leales y fieles clientes. Deseamos que usted se acoja al Plan que crea más conveniente o aconsejable. ¿Que le parece?
-¿El Plan haría que rebajaran la cuota de lo que estoy pagando hasta la fecha? – pregunte, acariciando mis bien perfiladas cejas envidia de mi entorno amigable y culpables, las mismas, de quebrantos amistosos – ¿Pagaría menos por igual servicio? ¿Le recuerdo que el servicio de que dispongo, lleva incorporada la línea ADSL?
-. ¡No se preocupe! –exclamo con rápida profesionalidad - Los “megas” de que dispondrá serán superiores debido a nuestro sistema de RPLR (Rapidez en Pagar Los Recibos). Sistema que emplean Bancos y Cajas de Ahorros. Eso fortalece nuestra operadora y hace que usted pueda dilucidar el por que va a pagar menos cerrando filas con nosotros. Ahora, si tiene a bien, podría decirme el numero de su cuenta corriente y la cuantía de…
-. ¿Necesitan el código secreto de mi Tarjeta de Crédito? – acorte con vocecita infantil imprimiendo cuidadosamente cierto anhelo a mi voz imitando a un antiguo compañero de pupitre de origen portugués; el amigo Passao de Vuelttas.
-. Eso – me respondió con voz firme – mas adelante…
-. Mire usted, señora – me puse serio. (Cuando me pongo serio, siempre hay un halo seductor en mí, que resalta mi atractivo físico. Voces de mi entorno lo confirman. Quizás por ello, coqueto por naturaleza, me paso la vida amargado)
-. ¡Señorita! – me rectifico – ¡Señorita Gladys! Soltera. Sin compromiso y a pesar de ello, con los papeles en regla. Detalle que no toda peruana puede presumir. Soy una privilegiada en mi encuentro con el sueño español…
-. Enhorabuena. Aunque le aconsejo que despierte. Señorita Gladys. Vera usted: Soy español. Un ejemplo viviente de dedicación y sincero apego a mi Patria. Dicho esto, y en consonancia con la debilidad económica y estabilidad social tan negativa que sufre mi País donde he tenido la suerte de nacer, mis sentimientos solidarios y altruista no me aconsejan recortar mi cuota de abono. En el supuesto de aceptar su oferta de pagar o aportar menos dinero, mis remordimientos más recónditos, - privando a operadoras de menguar sus beneficios - no me dejarían vivir con esa inquietud y desasosiego de no estar colaborando con lealtad, rectitud e integridad. Pero…
-. Caballero - me corto la infame - Comprendo su vigor y brío patriótico pero piense en la felicidad y bienestar que le reporta. Las celebraciones y fiestas que se puede dar el placer de organizar con lo que usted se ahorra siempre que…
-. En mi situación. – le corte imprimiendo un vocablo firme y perceptible impregnado de cierta insolencia recordándome cuando me negué a presenciar un programa de Torrebruno y su eterna sonrisa.- La única felicidad que me haga vacilar en mi determinación, podría ser mi participación de masajista en un futbolín. Secuencia que entiendo y comprendo que usted no la tenga incluida en el programa de captación de clientes. Por eso, solo hay una oferta que si puedo considerar. ¡La que usted pueda ofrecerme pagando el doble de lo que pago actualmente!
-. ¿Cómo?
-. ¡Si!. – forcé una sonrisa con suficiencia; gozoso y radiante de que mi estrategia iba dando resultado. ¡Soy así! – Solo permito llamadas que me asesoren, proponga o recomienden en mi voluntad inquebrantable de pagar el doble de lo que pago. Alguna oferta. Alguna promesa certificada de que me suban la cuota telefónica .Un documento, debidamente conformado por la operadora, de abonar los recibos duplicados por el importe de la factura. Solo así, atenderé a llamadas con ese ofrecimiento. Solo así, escuchare con detenimiento cualquier proposición.
-. Perdóneme caballero. – me replico con cierta calma Gladys La Pertinaz - pero sospecho, y al mismo tiempo lamento que a usted, debido al Plan de Ajuste, le hayan dado de alta en el Psiquiátrico de su localidad, “Todos Tocados” antes de su curación.
-.¡¡¡ No estoy dispuesto a consentir ni tolerar tal insolencia!!! - exclame soliviantado y fuera de si afluyendo a mi memoria en idéntica situación, en mi nefasto y aciago recuerdo de haber tenido lujuriosos y lascivos sueños con Esperanza Aguirre – ¡No voy a soportar ninguna tentativa de que se ponga en entredicho mi diáfano juicio y sensatez! Para su comprobación, le pondré en antecedente el pleno consenso de los agentes psiquiátricos en mi salida del Sanatorio. Dicho lo dicho, le ruego no vuelva a llamarme si no tiene una oferta que me implique pagar mas, o el doble de lo que estoy pagando. Le deseo suerte con otros que, a no dudar, son poseedores de obtusos e inconfesables razonamientos si aceptan su oferta de rebajas. ¡Buenos días!
Colgué el teléfono, me dirigí de nuevo al sofá, y me dispuse a departir con mi regadera - que extrañamente ha permanecido en silencio - sobre el apasionante mundo de las Metamorfosis de los caras duras patrios, para disipar de mi mente la molesta conversación pero satisfecho y orgulloso de mi buena pertrechada estrategia.
¡No me ha vuelto a llamar…!
Juan Marcelo
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