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Voces facultadas, proclaman la conveniencia de rezar todos los días para que los condenados por el desahucio; los parados y los excluidos sociales, tengan mas fe y esperanza para sobrellevar la situación. Que el rezo y el anhelo prevalezca y no les aboque a la desesperación. Las plegarias, amortizan el dolor y sufrimiento.
La rogativa amortigua el dolor y el rezo suple la carestía.
- Cuando el gusanillo del hambre aprieta, - deduce mi regadera - es de imaginar que un Padrenuestro tenga la formula divina de saciar el estomago. El Mana es un vivo “ejemplo” Una buena plegaria es capaz de parar un desahucio. Una esplendida rogativa hace que al día siguiente, te enfundes un mono de trabajo.
- Curiosa situación en consonancia: La Empresa de velas y cirios, Parafina La Pantoja, en declaraciones hechas al diario Crónicas Malayas, asegura que desde que al Gobierno “le dio” por el Plan de Ajuste y Recortes Varios, la producción de velas y cirios en España, se vio incrementada en un 150%. Achaca a la proliferación de nuevos devotos de la Virgen de los Desarraigados y variados Santos necesitados de piadosa iluminación extra. Un cirio que despeje malos presagios. Una vela que ilumine nuestro futuro.
Creo recordar que la vela, siempre ha estado presente en nuestra casa. Se enciende la misma para familiares que viajan. Despejar la mala suerte. Acabar con la mala “racha” Plegarias de bienestar y favores diversos. Desear pronta recuperación al enfermo o pedir fervientemente – como en mi caso pero sin vela - que Elsa Pataki conserve siempre su lozanía y buen ver.
Encender una vela y pedir un deseo, forma parte de nuestro ritual tanto domestico como en recintos con olor a incienso y sinceramente no veo nada malo en ello. Hasta en una playa. En deseos que los pescadores tengan al menos agua para fletar sus barcos.
Lo que si es preocupante es que la salida de muchos “con el agua al cuello” sea la de encender un cirio buscando algo divino cuando lo vivido ya ha sido descartado. Un salvavidas etéreo donde acogerse. Salvar su particular chiringuito vivencial.
- Mal pronóstico – sentencia mi regadera - es la llama vacilante de una vela para desterrar o aislar una vida aciaga y adversa esperando otra venturosa que solo –en su desesperación- lo pueda lograr un encendido cirio. Pienso que la vida esta en la tierra y es en la tierra donde hay que levantarse. Ya nos tocara la hora de “tumbarnos” a cuatro velas o en mi caso; de oxidarme.
- Sublime apostilla. (Recuérdame que te ponga una vela para que este comentario sea incluido en obligada asignatura filosófica cuando los “profes” no estén de huelga y Vert se baje de la burra) Bien: Pienso y razono, (ardua tarea que cada vez me cuesta mas) que la situación no puede ser más caótica cuando una empresa de cirios cierren sus balances con superávit y su producción a tope. Que a la larga, supere al cotidiano pan.
Lo trágico, es que los que todavía han tenido la suerte y privilegio de conservar su trabajo, su casa y estatus, también ponen velas para conservarlos.
Nuestros antepasados, forjaban el hierro. Después vino el “boom” del plástico. Mas tarde la alta tecnología. Ahora, en pleno auge tanto científico como tecnológico, acudimos a la parafina para intentar suplir espiritualmente lo que nos niega el progreso desterrando lo material para convertirlo en parte de nuestro designio y aspiración y otorgar una vela en propósitos deseables. Ya no nos fiamos de nuestras iniciativas emprendedores para cambiar nuestra precaria situación. Encendemos un cirio y que el destino haga todo lo demás. No se pierde nada con ello y encima nos rodeamos de cierta comodidad esperando su efecto. Desechamos el arduo y espinoso trabajo de solucionar nuestros problemas y aciago escenario y encargamos el mismo a un cirio que por lo regular, siempre lo rodeamos de cierta penumbra para que resplandezca su luminaria.
- Vuelves a insistir que… – me recuerda mi regadera.
- Vuelvo a insistir que no tengo nada en contra de los/as que enciende un cirio para despejar malos augurios o simplemente que un aura magnánima inunde su casa y destierre su mala suerte. Que una vela resplandezca cualquier rincón de una casa en deseo que el Gobierno acierte alguna vez en sus predicciones. Féminas que añoran tener un encuentro amoroso con Boris Izaguirre o varones que desean despertar su libido con la imagen de Terele Pávez. Para todos hay cirios, velas y producción en auge de la parafina que las confecciona.
- Tu mismo, sin vela… - vuelve a recordarme mi regadera.
- Yo mismo, sin vela por medio: me he inventado una extraña rogativa para que mis cuñados confíen en mi promesa de que en Nueva Zelanda vivirían mejor con empleo estable e inmensos jardines. De no contemplar en breve tiempo sus mudanzas, no me voy a extrañar encender un enorme cirio – comprado y traído expresamente de un baño turco marroquí - para que se cumplimente mis deseos.
-También. A este paso: – arguye mi regadera con cierto sarcasmo – caerás en la tentación de poner otro cirio más largo a San Falo Prometeo implorando que alguien entienda o saque conclusiones de tus morbosas ocurrencias o reflexiones.
Juan Marcelo
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