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No. Estaríamos hablando de un partido demócrata cristiano o liberal, o radical (como UPyD). Pero no, cuando hablamos del PP estamos hablando de un partido nacionalista español, esto es, un partido españolista –sin encajar en los grandes movimientos conservadores de occidente, unificados por el tipo de economía y por un sistema de creencias. El PP, es un partido reaccionario: reacciona ante cualquier cambio o novedad no asumida por la tradición de las costumbres o por la tradición religiosa. El PP es un partido autoritario, que admira el militarismo y se emociona con los castigos ejemplares; un partido populista, mariano y beato, de procesiones y romerías, es decir, un partido guiado por la ignorancia y el gusto rancio, astracanado y de alcanfor.
Es el PP la continuación de la sociología del franquismo y de Franco, al que admiran y salvaguardan, y sobre el que no toleran ninguna licencia como la memoria histórica o la persecución de torturadores policiales y ladrones de niños; sobre el que no admiten hechos probados aun habiendo transcurrido ya más de setenta años. No admite el PP que Franco fue un golpista y un asesino, y que creó con él un estilo de vida y un estigma diferenciado de Hitler y Musolini, pero muy afín a ellos por totalitario y belicista, aunque no expansionista (excepción hecha de los sueños románticos de la Falange sobre el imperio de FelipeII, del que reivindicaban sus glorias; todo en un plan muy cutre).
El PP acepta la democracia pero no cree en ella; y como en aquel momento histórico no se pudo o supo parar los pies a la derecha de Franco porque prevaleció la reforma sobre la ruptura, ahora sigue esta derecha española campando a sus anchas, desprestigiando a la democracia; y como nadie les cortó las alas, y estaban acostumbrados a mandar sin dar cuentas a nadie, ahora han creído que podían seguir así (es todo una cultura, una forma de ser) y se han instalado en la corrupción con toda naturalidad, y haciendo lo blanco negro. Y aunque hagan esos happening, como ahora el de Valladolid, para aparecer ante la opinión pública como si no hubieran roto un plato, hay que ser implacable en el juicio y decir eso de aunque la mona se vista de seda.
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