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Francisco García Caro
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Pasan ya 34 años de la promesa de una nueva autonomía que traería progreso en forma de empleo y equilibrio económico con el resto de España para Almería, Granada y Jaén. A pesar de que la Constitución Española proponía la autonomía para las regiones históricas, la propuesta de Andalucía Oriental no se permitió que prosperara; en cambio nos ofrecieron una comunidad autónoma que uniría dos regiones que nunca antes habían formado una unidad política, social o cultural, Andalucía Occidental y Andalucía Oriental.
Aquella idea novedosa se publicitó dejando claro que se evitarían privilegios para una región sobre la otra, y, sobre todo, se evitaría un centralismo desde Sevilla hacia Andalucía Oriental como el que ya había aplicaba Madrid en toda España, como así nos prometieron.
Los ciudadanos de Andalucía Oriental que confiaron en aquella oferta de unión de las dos Andalucías, la apoyaron en las urnas. Otros, desconfiados de lo que se tramaba desde Sevilla, no quisieron apoyar el Referéndum.
Los años le han acabado dando la razón a quienes no confiaron en los nuevos líderes sevillanos de la naciente comunidad autónoma que carecía de base histórica. Tal como ya advertían los representantes políticos de Andalucía Oriental cuando Blas Infante los reunió en la Asamblea de Córdoba del año 1933, unir las dos Andalucías solo serviría para beneficiar a Sevilla y perjudicar a las provincias orientales.
De la misma forma que nuestros políticos de la Segunda República se opusieron a la propuesta sevillana, muchos ciudadanos de Andalucía Oriental pedimos que estas provincias tengan una verdadera autonomía que repercuta en nuestro propio beneficio, en contraposición a esta unión artificial con provincias no afines y a las órdenes del centralismo sevillano. Andalucía Oriental es una región diferente, con intereses que chocan desde que se constituyó con los de la actual Andalucía construida por y para Sevilla.
Francisco García Caro
Presidente de la Plataforma por Andalucía Oriental
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