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Opinión - + Adolfo González Montes
Obispo de Almería - 01/03/2014

Carta del Obispo de Almería a los diocesanos ante la visita «ad limina Apostolorum»

Almeria 24h
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Carta del Obispo de Almería a los diocesanos ante la visita «ad limina Apostolorum»

Adolfo González Montes - Obispo de Almería

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En comunión con el Sucesor de Pedro

Queridos diocesanos:

El próximo día 3 de marzo, si Dios quiere, comienza en Roma el segundo turno de obispos españoles la visita “ad limina Apostolorum” (en los umbrales de los apóstoles), como reza la expresión tradicional latina. Es la visita que los obispos realizamos cada cinco años para informar del estado de la Iglesia diocesana al Santo Padre. Naturalmente, en los tiempos actuales, no esperamos que pasen cinco años para visitar al Papa y participar en diversos encuentros con él, por razones diversas.


Sin embargo, ninguno de los viajes y encuentros de los obispos con el Papa tiene el significado y alcance que tiene la visita llamada “ad limina”, porque sólo en esta visita los obispos somos portadores del gran informe sobre la vida de la Iglesia diocesana que cada obispo preside. Los destinatarios de este informe son el Papa y la Curia pontificia, que está al servicio del Papa y de los obispos de toda la Iglesia católica.

Ésta es, pues, una visita de gran transcendencia para las relaciones entre las Iglesias particulares presididas por los obispos y la Iglesia de Roma, “que preside en la caridad” a todas las Iglesias, conforme a célebre y justa expresión de san Ignacio de Antioquía. La última visita “ad limina” que realizamos los obispos españoles fue la de 2005, cuando ya la peregrinación terrena del beato Juan Pablo II llegaba a su término. No llegamos entonces a pensar, antes de emprender el viaje, que el Papa ya no terminaría de recibir a todos los obispos. Aquella visita quedó inconclusa, aun cuando pudimos entablar contacto con algunos organismos de la Curia vaticana y celebrar en las basílicas papales para vivir y manifestar en la Eucaristía nuestra comunión con el Papa.

La visita tiene su propio período y se realiza cada cinco años, pero durante el pontificado de Benedicto XVI no ha podido llegarnos de nuevo el turno a los obispos españoles. Nos toca ahora y la secretaría de la Casa Pontificia ha organizado la visita en dos bloques de provincias eclesiásticas, con una duración desde el pasado 24 de febrero al próximo 8 de marzo. Nuestra provincia eclesiástica realizará esta visita desde el día 3 al 8 de marzo, con una duración de cinco intensos días. El comienzo viene marcado por el encuentro con el Papa de todos los obispos españoles, el mismo día 3 de marzo por la mañana como inicio de la visita. Todos juntos los obispos del primer turno y los del segundo turno escucharemos el discurso que el Papa nos dirige. Después, los obispos de la provincia eclesiástica comenzamos nuestro turno y nos encontraremos de nuevo con el Santo Padre Francisco, para informarle de la vida de nuestras Iglesias diocesanas y compartir con él, para decirlo con san Pablo, la preocupación por todas las Iglesias.

En este viaje me acompañan algunos sacerdotes diocesanos, estrechos colaboradores del ministerio del Obispo, para mejor manifestar con su presencia en Roma nuestra comunión con el Santo Padre. Tendremos ocasión de vivir esta comunión de forma especial en las celebraciones eucarísticas en la Basílica de San Pedro en las otras basílicas mayores. Serán momentos de especial intensidad, para confesar la fe apostólica que profesan todas las Iglesias del orbe.

No estaré sólo por el hecho de que me acompañen algunos presbíteros de nuestra Iglesia, sino porque —también lo dice bellamente san Ignacio de Antioquía— donde está el Obispo está también su Iglesia y va con él, de suerte que en la persona del Obispo se aúnan tanto la representación de Cristo que el Obispo encarna para los fieles como la representación de su Iglesia particular, que el Obispo lleva consigo a donde quiera que va en el ejercicio de su ministerio apostólico. Es así, porque cada Obispo, como sucesor de los Apóstoles, es vicario de Cristo en su Iglesia diocesana y, al mismo tiempo, en su persona coincide la representación de su Iglesia particular en la comunión de todas las Iglesias presididas por la Iglesia de Roma en la caridad. El Papa, como dice el Concilio, en cuanto Obispo de la Iglesia de Roma es el Sucesor de Pedro y el Vicario de Cristo para toda la Iglesia universal. Es el primado entre todos los obispos y, como tal, él es cabeza del Colegio episcopal y el fundamento visible de la unidad tanto del Colegio de los obispos como del conjunto de la Iglesia universal.

Se cumplen ahora, en las mismas fechas en que realizamos la visita los obispos españoles, nueve años desde la visita que quisimos hacer al Papa Juan Pablo II. Son muchos años en la vida de la Iglesia. Es hora del examen de lo vivido y hora de tomar decisiones para el futuro. El reto de la nueva evangelización es un desafío a nuestras Iglesias que reclama una acertada interpretación de los signos de los tiempos. La nueva evangelización es un programa de anuncio del Evangelio, a un viejo país de hondas raíces cristianas como es España, que sólo se podrá llevar adelante si permanecemos fieles a Cristo. Los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco nos han convocado a ponerlo por obra con nuevo fervor. El magisterio de los papas nos estimula y confirma nuestra fe, para que no tengamos otro temor que el de acertar con la voluntad de Dios en lo que debemos hacer, para que el mundo crea y venga el conocimiento de Dios y de Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo.

Quiero terminar esta carta pidiendo la oración de todos los diocesanos, particularmente la oración de las comunidades contemplativas de la diócesis, la oración de las religiosas consagradas por entero a la plegaria de intercesión por toda la Iglesia y, especialmente por la Iglesia diocesana. Unidos en la comunión de los santos, pidamos al Señor por intercesión de la Virgen María, que conserve la persona del Papa y le asista en el ejercicio de su ministerio, para que su palabra siga confirmándonos en la fe. Pidamos por la fidelidad a Cristo de todos los bautizados que formamos nuestra Iglesia diocesana, para que todos acertemos a estar allí donde la vida nos ha colocado como testigos de la esperanza que Cristo resucitado infunde en nuestros corazones. Rezad también por mí y por el presbiterio diocesano, para que sepamos ser los pastores según el corazón de Cristo que el mundo de hoy reclama.

Con mi afecto y bendición.

+ Adolfo González Montes
Obispo de Almería




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