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Hola de nuevo, ya sé que he estado dos semanas sin hacer crónica de mis rutas, el motivo ha sido que he tenido una pequeña lesión y solo he salido en rutas cortas y tranquilas para ir midiéndome y ver cómo me recuperaba. Pero ya he vuelto y aunque no sea con una gran ruta, he querido compartirla con vosotros.
Salimos de nuestro punto habitual de partida 9 personas, entre los que hoy se encontraba el presidente de mi club (C.D. Ciclista de Carboneras). Tomamos dirección aparentemente a Fernán Pérez. A otro compañero y a mí no nos gustaba mucho esa idea y para colmo no conseguíamos contactar con otro compañero con el que nos gusta salir.
Subimos la cuesta de los muertos a un ritmo bastante tranquilo y tras hacer una rápida reagrupación nos dirigimos a la chumbera para tomar la vía verde de Carboneras, donde algunos suben el ritmo, mientras que otros lo bajaban o lo mantenían. Entretenidos en la charla, una compañera y yo fuimos subiendo el ritmo sin apenas darnos cuenta, aumentando un poco la distancia con nuestros compañeros hasta que llegamos al cruce del Argamasón, donde nos cruzamos con unos compañeros (padre e hijo) del llano de Don Antonio. Este era el hombre con el que no conseguíamos contactar antes, me gusta salir con él porque está más fuerte que los del grupo con los que inicié la marcha, así que decidimos separarnos de nuestros compañeros de salida e irnos con los dos del Llano. Nos dirigimos los cuatro a “los toboganes” del Argamasón, consistentes en unos sube y bajas que se repiten bastantes veces, con un terreno de tierra y graba y también con algún que otro repechón.
Serían las 10 más o menos, el calor empezaba a apretar y la primera parte nos costo bastante, seguimos avanzando y nos encontramos con un “tobogán” que no recordábamos ninguno, a tal punto que mi compañero dijo ``¿pero eso estaba aquí antes?´´. Pasada esa subida había una bajadilla para luego tener que subir otro tobogán.
Tras haber pasado todos los toboganes y haber sudado de espanto enganchamos un camino que sale a la carretera vieja de Almería, donde uno soltó la idea de ir a Fernán Pérez a tomar un buen desayuno con tostadas. Todos accedieron y nos dirigimos a Fernán Pérez retrocediendo por la carretera vieja (como yendo para el pueblo) hasta coger un camino que lleva a un puente que cruza la carretera nueva por debajo. Después cogimos una pista cuesta abajo que sale a los invernaderos, y de allí ya tiramos para Fernán Pérez bordeando unos campos que en algún tiempo estuvieron sembrados, de ahí salimos a la carretera que nos lleva directamente a la plaza del pueblo, nos paramos en el bar y nos tomamos, nuestra merecida tostada.
Después de un rato allí parados y descansando, nos volvimos por el mismo camino por donde vinimos hasta llegar a los invernaderos, donde comenzamos un pique el hijo del compañero del Llano y yo. Empecé a ponerme detrás de él, lo que provocó que el apretara el ritmo, pero no conseguía dejarme atrás, luego empezó a frenar, tratando que me pusiera por delante de él, pero yo me empeñaba en permanecer detrás y de pronto pegó una arrancada repentina en la que tuve que desenvolverme muy bien con los cambios para que él no consiguiera despegarse de mí, pero de repente a él le paso algo en la cala, momento que aproveché para pasarlo y zanjar el pique en el final de la cuesta de los invernaderos, en total todo esto se realizo en un tramo de 1km siempre en una leve cuesta abajo.
Pasados los invernaderos salimos al cruce de Aguamarga y nos dirigimos al cruce del Argamasón, cogiendo la carretera vieja de Almería para dirigirnos ya para el pueblo. Cuando ya estábamos en mitad de la carretera vieja, nos sobrevoló un Agila de gran tamaño a la que le sacamos unas fotos con el móvil, pero han salido de tan mala calidad que no vale la pena mostrarlas, era gris, vista desde abajo, y volaba sin batir las alas. Desde luego ha sido un espectáculo guapísimo.
Terminamos de hacer la carretera vieja y salimos al cruce del Llano, donde nos despedimos de nuestros dos compañeros y seguimos nosotros dos hasta el pueblo a jopo (a ritmo muy fuerte y máximo esfuerzo), aunque con tiempo de encontrarnos con un camaleón al que tuvimos que esquivar para no atropellarlo que por supuesto dejamos en su entorno natural.
Me despido ya, no sin antes mostrar mi agradeciendo porque al llegar al pueblo, un señor, (creo que francés por el acento) de vacaciones aquí y aficionado al ciclismo, me ha parado para decirme que me ha reconocido porque es seguidor de Almeria24h y de mis crónicas. Como comprenderéis, tenía que contaros esta anécdota que me ha llenado de “orgullo y satisfacción”, desde aquí le mando un saludo para él y para todos los lectores y aficionados a la bici. Espero que os haya gustado.
Hasta la próxima
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