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El pasado jueves, día 11, los ejidenses celebramos el trigésimo segundo aniversario de la creación de nuestro municipio. Fue un día que pasó casi desapercibido para la gran mayoría de nuestros vecinos, ya que hace unos años dejó de ser festivo en el calendario laboral para pasar a ser un día normal, en el que se celebra un acto institucional en el Ayuntamiento para conmemorar la efemérides. Aunque ya no sea una festividad señalada en el calendario local, no ha dejado de ser un día de todos los ejidenses, en el que ellos deben ser los principales protagonistas, y no el partido político al que en ese momento le toque el turno de gobernar.
Digo esto porque este año, nuestro imputado alcalde del Partido Popular decidió, para su mayor gloria, dedicar esta jornada festiva a su autocomplacencia y a hacer un mitin de campaña sobre las bondades del PP. En un evento que debería haber sido institucional, el alcalde nos sorprendió a todos, y a algunos muy poco gratamente, con un discurso partidista en el que se ensalzaba su figura y la de sus correligionarios, y en el que El Ejido y su identidad, que deberían haber sido los protagonistas de ese día, quedaban por debajo de lo que al imputado alcalde le importaba en ese momento, que eran únicamente su autobombo y el agasajo a los gerifaltes de su partido allí presentes.
Fue más que evidente que el señor alcalde planteó las actividades del día de todos los ejidenses como un acto, no ya solo de campaña, sino de afianzamiento de su posición como candidato a repetir como cabeza de lista del PP en El Ejido. Que, dicho sea de paso, debido a su pésima gestión y a su situación de imputado por graves delitos está ahora mismo en entredicho.
El PP de El Ejido, con el alcalde al frente, vuelve a pensar que nuestro pueblo y su partido son una misma cosa, sin que en su discurso haya lugar para el pensamiento crítico o el trabajo y los logros de los que no pertenecen a sus filas. Para lo que parece que siempre hay lugar en sus peroratas es para el desprecio permanente al oponente político o a las administraciones en las que no gobiernan.
En el Día del Municipio, Francisco Góngora, con su discurso, vino a demostrar que lo importante de este día no era la conmemoración del nacimiento de El Ejido como municipio, sino darse un baño de santidad para que desaparecieran de un plumazo todos los errores que afean su imagen. Y todo ello sin tener en cuenta ni la importancia de la institución que nos acogía a todos en ese momento, el Ayuntamiento, que es de todos los ejidenses, y no solo del partido que gobierna en cada momento, ni demostrar el respeto que merecían los vecinos de nuestro pueblo que este año han recibido los premios que concede el municipio ese día, premios que en todos los casos rinden un especial homenaje a una merecida labor.
Una vez más, el alcalde de nuestro pueblo ha dejado bien claro que considera que El Ejido y su Ayuntamiento son su cortijo, por lo que puede hacer en ellos lo que le venga en gana, incluyendo utilizar cualquier oportunidad para vender su imagen, aunque no venga a cuento y la venta resulte más patética que otra cosa.
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