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El próximo 13 de enero se constituirá la Mesa del Congreso, que debe reflejar la pluralidad política surgida de las pasadas elecciones generales, y que nos presenta distintas opciones de gobierno.
La necesaria regeneración democrática ha sido prometida, tanto por las fuerzas hegemónicas, como por las progresistas, para hacer frente a la quiebra del actual modelo de democracia representativo marcado por la corrupción, las puertas giratorias, la ruptura de la separación de poderes, el incremento de las desigualdades, el deterioro de los servicios públicos y libertades, etc.
Para restituir el marco democrático, y definir el modelo de Estado, se necesita algo más que promesas: capacidad de iniciativa, deliberación y toma de decisiones, para devolver a la ciudadanía su poder constituyente y de control de una gestión democrática de lo colectivo basada en la información y transparencia como fundamento del sistema de derechos y libertades.
Las fuerzas progresistas hemos elegido a nuestros candidatos electos en primarias, y realizado consultas a las bases (afiliados y simpatizantes) para apoyar las confluencias políticas. Es hora de dar un paso más respetando el derecho a decidir de los votantes. Es el momento de trazar una línea de demarcación respecto a la vieja política, que utiliza los votos para imponer su proyecto, una y otra vez, a la ciudadanía. Es necesario crear los mecanismos para la participación y ratificación de los pactos y acuerdos que establezcan nuestros representantes, porque es hora de decidir conjuntamente (partidos y votantes) la hoja de ruta a seguir para dar la vuelta a la situación del país.
Tenemos derecho a decidir, porque las formas también representan el fondo, y nuestros representantes el derecho a ejercer sus funciones siguiendo nuestros mandatos.
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