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-Os sostenéis en un mundo de permanentes contradicciones – señala mi Regadera con la insana costumbre de esperar el momento de encontrarme desarmado para responder - Lucháis por encontrar nuevas formulas y descubrir métodos que os sostenga en pie y al mismo tiempo alimentáis guerras y barbaries que destruyen a las personas sin que las víctimas, la mayoría de ellos, sepan el porqué. Al mismo tiempo que se os llena la boca proclamando la paz, defendéis esa palabra con el fusil en las manos. ¡No lo entiendo!
-Tratare de explicártelo para qué lo entiendas – replico una vez recuperado de la impronta dando a demostrar mis reflejos aunque no muy convencido de mis convicciones – Todos: luchadores de la vida como asesinos, nacimos en pelotas lo que es igual a nacer en igualdad de condiciones. Habría que buscar detenidamente en que lugar o situación se dividieron los caminos. En qué momento divergieron los derroteros vivenciales donde unos resguarda su vida y otros se encarga de quitársela Todos han tenido una infancia, hayan jugado o repartido besos de afectos y cariño. La gestación de esa pseudo/dualidad, es difícil de analizar: La base principal de…
-La base principal de todo esto – me ataja mi regadera; la pérfida – es la base: Lavarse con agua y jabón todos los días, sobre todo, antes de tratar de comprender o justificar el porqué unos defienden convicciones con un arma en la mano y otros sólo utiliza la voz. Parece que es más efectivo el engendro armamentístico que habéis construido para hacer callar esa voz dejando al margen el dialogo.
Los trogloditas, se entendían a través de señas. Vosotros acudís a enseñar un arma destructiva como método de persuasión. Habéis empleado un engendro llamado guerra para destruir al hombre y otro mecanismo llamada política para engañaros y asumir esa guerra. Nunca ha habido buena guerra ni tampoco mala paz. Esa guerra actualizada en nombre de un Dios sin saber o notar lo mal parado que queda ese Dios. No hay mejor guerra de que el supuesto enemigo se rinda sin luchar. ¿Por qué luchar mientras otros se defienden? La única guerra que podéis consentir y validar es el derecho a la protesta: La que no esgrime otra arma que la protesta.
-Estoy de acuerdo en tu exaltación – admito – pero te recuerdo lo difícil, por no llamarlo imposible, meter a todos en el mismo caldero de la convivencia en paz. Donde hay tantos intereses creados que influye hasta en lo económico como es fabricar armas aludiendo sin el mayor rubor que solo es para defenderse, no para atacar. Como aquel experto en conflicto de la Universidad de Stanford que confirma que; “los conflictos armados, han convertido al mundo en un lugar pacifico y prospero” Que admite que es una dolorosa perdida de seres humanos pero necesario para mejorar y perfeccionar la convivencia.
Si un profesor-decano de una Universidad ya hace de su idea una tesis de presentación/finalidad y la misma la proclama a los cuatro vientos, imagínate la gente del “montón” cuya tesina es lo que escucha sin hallar preguntas al respecto. Gentes que se sienten bien bajo un uniforme y portando un arma que destruya a ese enemigo infundado por voces como las del angelito/profesor sin señalar o advertir, que el supuesto enemigo, igual defiende lo mismo que el.
Otros, exponen que nacen más que mueren y la naturaleza agota sus frutos. Creo que las guerras, suceden por la falta de dialogo. Un entendiemiento donde no se exponga las vidas humanas. Que esas guerras se transforme en sana rivalidad deportiva donde los contendientes luchan en igualdad de condiciones. Un ejemplo valido: Esas batallas que emprenden cada semana mis vecinos de Balonmano Carboneras. Carboneras Atlético, Baloncesto Femenino/Masculino.
Pequeños/as de la Escuela Municipal que cada semana libran su particular batalla sin dejar daños colaterales solo la ilusión del triunfo o el mejorar ante una derrota. Que no hay secuelas de ganadores/vencidos sino ese ramalazo de competitividad que los hacen grandes portando como arma en su mochila el bocadillo y el agua isotónica que sus madres con esmero y cariño han preparado para que su disputa sea más llevadera. No dejan tierras arrasadas ni metralla en los caminos. El retorno, se hace dejando nuevas amistades que después de librar esa cruzada, se han fundido en abrazos deseándose lo mejor mutuamente. Esa es la guerra para un futuro mejor. La disputa por la superación tanto humana como competitiva. El valorar al rival sin necesidad de emplear cañones para despojarlo de su ilusión y alcanzar una meta que no huela a pólvora. No emplear la barbarie como seña de identificación sino una buena convivencia para conseguir el mayor y deseado trofeo que es esa convivencia en paz. El derecho de vivir en paz que proclamaba Víctor Jara.
Juan Marcelo
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