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El amigo, estudiante de idiomas, Multilingüe Políglota, durante unas vacaciones en la comarca del Tamanrasset cuyo enclave estaba situado entre las fronteras de Mali-Mauritania, me instó en dicho punto donde había un poblado de ascendencia tuareg. Estaba con mi familia en Tindouf y me desplace a dicho lugar. La gente de dicho lugar ya me conocía dado que había estado varias veces con mi abuelo allí. Se lo presente al jefe y después de los parabienes – todo en árabe – nos invitó a tomar el té. El amigo Poli, me pregunto dónde estaban los servicios y yo le contesté que en la arena del desierto. Se fue a ocultarse y cuando volvió, un miembro del emplazamiento le sopló algo al oído del jefe que irrumpió en vocablos de sentencias hacia él ya que se había meado y cagado detrás de la tienda del jefe manchando la lona. El amigo me dijo que pasaba; el porqué de esta regañina y que es lo que decía. Le conteste que se estaba cagando llanamente en su puta madre.
El amigo, Rodapiés Despegado, interesado en The Beatles, le gusto mucho el primer disco del conjunto inglés. Adquirió el segundo Álbum y se propuso aprender el idioma de los muchachos de Liverpool. Clases particulares con apremio en el aprendizaje para medianamente comprender sus frases y canciones. No contaba que las primeras canciones de Beatles eran aniñadas, de amores y desamores juveniles, fracasos sentimentales y otras de índole parecida. El amigo, ya entendiendo a medias – después de tres meses de clase – preguntado, exclamo con una frustración latente… ¡ah…pero es que se trataba de eso…!
El amigo, Floripondio Borja Mari, de brazo derecho erguido, solía vestir con camiseta corta y un jersey entrelazado en su torso por si acaso se presentaba un inoportuno frío propio de toda Cofradía que se precie. Al salir de la Universidad de Gijón, se fijó en un hombre que no le perdía mirada. No le concedió importancia hasta que perspicaz/sagaz observo que el hombre le perseguía entre calles. Chico prudente y cuya reconocida serenidad acogiendo raras circunstancias demostraba su talante, no le concedió importancia hasta que ciertamente preocupado, observó que el hombre no dejaba de perseguirlo. Ese detalle, le conminó a ocupar una cabina de teléfono para averiguar si el hombre dejaba su captura o pasaba de largo. El perseguidor se adentro bruscamente en la cabina y bajándole los pantalones, se introdujo en su parte noble. Borja Mari, no se amilano…, apretó su culo y se lo llevo con el miembro del hombre metido a través de una larga Avenida hacia la Comisaría más cercana. Ya cerca de la citada Comisaria, dudaba entre denunciarle o afearle su conducta.
El amigo de Andorra (Teruel) Desastre Legendario, nos invito a una cena en Alcañiz con un Seat-600 fabricado cuando se creía que la Tierra era cuadrada. Sin carnet de conducir. Las marchas en vez de “H” eran a través de hachazos. Varios cubatas ingeridos que le daban un pseudo-valor y accionaba su convicción ante los demás de que el “controlaba la situación” y la única pega es que lo parara la Guardia Civil ya que su rostro no era muy asequible a la confianza…, que los Agentes al observar su careto, ya denotaba sospecha. A los dos kilómetros, en plena recta y enfrente de la Central Térmica, hizo un giro inesperado y volcó el vehículo. Los demás – que también íbamos cargados de alcohol – salimos como pudimos del coche y yo - en plena borrachera viendo como la chimenea de abalanzaba hacia mí - mientras el otro acompañante, estudiante en la Universidad de Zaragoza, el amigo Recinto Paraninfo, acostumbrado a suspensos cada año importándole tres huevos lo que pueda suceder en su futuro, salió y sacudiéndose los arbustos de la carretera pregunto molesto oscilando su cuerpo en compulsivos movimientos ebrios ¿Cenamos o que…?
El amigo Juan Marcelo, tenía cita en su médico para el día 28 de agosto a la 11´30 previa llamada del citado médico y… ¡no me llamo! Me dirigí de nuevo al Ambulatorio recabando una nueva cita y la fijaron para el día 7 de septiembre a las 9´05 y ese día… ¡no me llamo! Me persone de nuevo en el citado Ambulatorio con la consigna y exigencia en el mostrador que mi médico… ¡no me volviera a llamar! ¡Que no vuelva a llamarme…!
Juan Marcelo
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