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...y llevaba tantos aparatos en la luna interior de pases de autopistas foráneas, que tenía miedo a que el salpicadero se convirtiera en un expositor de souvenir. Todos, menos el de Austria. Descargué en el Mercado de Munich (D) y me mandaron a Zalsburgo (A)
Desconocía que tenía que llevar o adquirir otro aparato para adornar la colección del herbolario electrónico. Una vez sobrepasada la frontera alemana, vi que desde una cuneta salia un fogonazo que definí - dado a mi reconocido talento - como una especie de bienvenida que en mi fuero interno agradecí esa deferencia que llegó incluso a emocionarme. Lágrimas de rebeldes emoción saturaban mis ojos por tal inmerecido detalle, aunque eche de menos un ramo de flores.
Antes de llegar a la estación ferroviaria de esa ciudad austriaca, me pararon dos guardias en coche que se pusieron delante y me hicieron desviarme y aparcar. Observé que, por sus rostros, agrios, rudos, y despectivos, que no parecían aplaudir mi visita ni me distinguieran con un catálogo de visitas monumentales incluyendo la casa-museo de Mozart.
Por lo visto, al dirigirte a ti, “espagnolo” siempre emplean algo del italiano para hacerse comprender como si nuestra riqueza semántica y rico idioma hubiera surgido de las montañas del RIF marroquí. Me hicieron la prueba del alcohol y les dije – consciente de que no me entenderían – que no bebo alcohol, sólo vino tinto exceptuando el Don Simón blanco que me hacía olvidar en que País estoy.
El resultado negativo parece que les dio pie a que uno de ellos se quedara vigilando el camión y el otro me invitara a subir al coche patrulla con mi documentación y me llevó a un puesto de control -situado al lado de un Centro de Investigación Audio Visual que en ese momento se hallaban inmersos y harto desconcertados en cómo España mandó a un gilipollas llamado Chiquilicuatre a Eurovisión - donde en el Centro Policial comprobaron esa documentación y me accionaron un chisme para colocarlo en el salpicadero del camión que no favorecía en nada la estética de la cabina muy cuidadoso yo de tener mi recinto enlatado a mi gusto.
Quizás mi genuina expresión de novato y asentando con firmeza mi desconocimiento del pago de Autopista, les convenció de no sancionarme; solo pagar el importe del aparato con la consiguiente regañina. Agradecí esa deferencia y como agradecimiento, les obsequié con la colección de discos de Manu Tenorio que me regalaron y que tenía oculto debajo del colector de escape por si algún indiscreto me revisara la cabina y sacara la conclusión de mi desorden mental y gustos musicales.
Cargué en dicha estación jaulas de Aloe con dirección Sorbas (Almería) y en vez de salir de nuevo dirección Munich , preferí bajar por Adanero dirección Italia. Apague el chisme austriaco sin darme cuenta de que no había aún salido del País y nuevos reflejos alumbró mi paso como agradecimiento a mi estancia en el mismo. Menos mal que no paso nada y encima… ¡que me hubieran parado los mismos guardias…! y en esta ocasión, me vería pidiendo auxilio diplomático.
Crucé la frontera, aunque no pude, por falta de horas llegar al Marengo por la tardanza de la parada de los guardias y en Bolzano me eché a dormir sin cenar. Adquirí esa costumbre de no cenar de noche cuando en la última copiosa e indigesta cena, no pude dormir porque la aparición espectral de pesadillas y desdichas no paraba de representarme una imagen tipo Celia Villalobos.
Juan Marcelo
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