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Opinión - Juan Marcelo
(La Regadera) - 23/03/2014

METEDURA DE PATA

Almeria 24h
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METEDURA DE PATA


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“A menudo, emprendemos iniciativas o derroteros con la mejor intención, procurando que las mismas sean sin perjuicio o nocivas para los demás .Acometemos empresas con la mejor de las voluntades. Abordamos situaciones cotidianas amparadas en la buena fe y debido a ciertos errores ajenos de interpretación, nos cuelgan enseguida una mala fe completamente inexistente e injusta. A veces, no sabemos como abordar las mismas bajo el temor de que sean tergiversada o asumidas con intoxicadora voluntad” (Parábola del Santo Varón, J. Marcelo, en su diáspora por los Night-Club del Sinaí)

“Hoy en día, es tal la desconfianza de las gente, que el propósito de una buena obra es el debate en la intención” (Apócrifo pensamiento del pertinaz Mariano Rajoy a sus ministros/discípulos)



El profesor Cojonciano Ceropelotéz, invito a su amigo, Tontasco Cebollino, a pasar un fin de semana en una finca que poseía en la afueras de la ciudad. Tontasco acepto la oferta y en compañía de su perro, se personaron los tres en dicha finca.

La casa se hallaba ubicada en un paraje casi desierto cuya compañía vecinal, era la de una viejecita en compañía de su loro a escasos cincuenta metros de la de Ceropelotéz. Nadie podía perturbar la tranquilidad y podían dedicarse de lleno al concienzudo estudio que ocupaban a los dos sobre las variantes Metamorfosis de los Políticos Defenestrados.

El domingo por la mañana, ya en la finca, mientras desayunaban, observaron como la vecina, la viejecita, salía de su casa y se encaminaba hacia el Pueblo para comprar el pan como parecía ser su costumbre.

Minutos después, Cojonciano y Cebollino, una vez recogidos todos los enseres del copioso desayuno, la puerta de la estancia se abrió y apareció el perro de Cebollino con un loro inerte, muerto…

- ¿Me dejas apuntar que si estaba muerto, - ataja mi regadera - forzosamente tenia que estar inerte?

-¿Me dejas seguir? – contesto molesto por no haber caído en el detalle – Bien. Como decía: El perro entro en la estancia lleno de polvo y barro aferrando en su boca un loro:

-. ¡Hostias Tío! – exclamo alarmado Cebollino – Mi perro se ha “cargao” al loro de la vecina. El animal ha “aprovechado” la ausencia de la “vieja” y se ha “escapao” de la jaula. El perro lo ha “detectao” y lo ha perseguido hasta pillarlo y aquí nos presenta el trofeo de su particular batalla.

Cojonciano miraba muy serio y preocupado al perro esperando una explicación convincente a su acto. El perro le observaba mientras pensaba: “El no es mi dueño y además, soy de los llamados animales irracionales. “No distingo lo que está bien o mal” “Me guío por mi instinto” “Si este tío esta esperando una disculpa medianamente satisfactoria, lo tiene claro”.

Más tarde, Cojonciano razono y comprendió, que no podía esperar ninguna disculpa de un perro. Aunque en su animo, estaba contemplar como castigo que se aprenda de memoria el tratado del Doctor de Filosofía Canina, Álvarez Cascos; “Urbanidad y comportamiento del perro en sociedad” Esperaría un tiempo prudencial para hacerle comprender que esas cosas no se hacían aunque tuviera el atenuante de ser un can. Eso con ayuda de su amigo y dueño del perro, no le va a eximir de su sanción literaria.

-. ¿Qué hacemos, tío? ¿Nos comemos al loro? – pregunto ocurrente Cebollino presa de cierto nerviosismo esperando una determinación: una solución factible al problema.

-. No. – decidió Ceropelotéz en un ramalazo de infrecuente cordura - Vamos a aprovechar la ausencia de la anciana. Vamos a limpiar al loro y lo vamos a meter en la jaula. Así la misma podría, creo deducir, que el loro ha fallecido de muerte natural y el dolor siempre seria más leve y atenuante.

-. ¡Jolín tío! ¿Cómo le das al coco? ¡Como me alegro de ser tu amigo y encima colega! – exclamo Cebollino enjugándose unas rebeldes lagrimas cargadas de emoción

Arrancaron al loro de las fauces del perro y se dispusieron a limpiarle el cuerpo y las plumas. Una vez bien limpio y presentable, miraron a través de la ventana por si la abuela había regresado de su estancia en el pueblo. No observaron ningún movimiento en la casa y se encaminaron, ligeros de paso, hacia la morada de la anciana, Abrieron la puerta que permanecía entornada y se dirigieron hacia la jaula que estaba abierta. Una vez allí, depositaron el loro en la misma y salieron precipitadamente de la casa para dirigirse nuevamente a la suya. Montaron guardia desde la ventana, y esperaron la llegada de la anciana para saber de su reacción al vislumbrar tan triste panorama.

A los pocos minutos, observaron la presencia de la anciana a pocos metros de su puerta. Una vez entrada la viejecita en su morada, los oídos de Cojonciano y Cebollino, permanecían en alerta a cualquier incidencia o desenlace esperando pacientemente cualquier eventualidad.

Transcurrieron un par de minutos cuando de la casa de la anciana, salía unos gritos desgarrados, para continuar poco después con gemidos de dolor y lloros acompasados.

Los dos colegas se miraron y decidieron, con esa mirada y como habían previsto, ir a consolar a la pobre mujer Una vez personados en la casa, se disculparon por su presencia aludiendo que habían escuchado unos gritos y decidieron venir para tratar de saber el motivo y ayudar en lo posible. La anciana, todo un mar de lágrimas, solo tenía mirada para la jaula y su loro. Señalando insistentemente hacia la jaula no paraba de gemir y balbucear que el loro estaba muerto:

-. ¡Señora, por favor! – Trató de consolar Cebollino – Todo en esta vida tiene su fin. Al loro le ha llegado la hora y…

-. Tiene razón –corroboro Cojonciano – A todos nos llega ese dulce final en que dejamos de pagar impuestos. Tiene que ser fuerte y asumir esta perdida. Todos vamos a pasar por lo mismo. Su loro, quizás, no ha aguantado más jaula. Puede que se haya quedado afónico y no ha soportado que su trino y ocurrencias verbales, hayan sido relegadas por los voceras del Parlamento Español.

-¡No es eso! - exclamó la anciana volviendo a su jadeante y persistente lloriqueo – ¡Mi loro…! ¡Mi loro murió anoche y esta mañana antes de salir, lo enterré en el jardín y ahora me lo encuentro en su jaula…!

Una buena acción con tintes de suavizar el dolor ajeno, a veces se convierte en una loza para castigar aun más al portador de esa desdicha. .Esto ocurre a nivel institucional cuando se intenta abrillantar la precaria situación popular con ilusionarías palabras de esperanza a sabiendas que nadie cree o recela de ellas.



Juan Marcelo




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